martes, 14 de mayo de 2013

ENLACES DE INTERES






1. Tiene miedo a quedarse solo

Para muchos, ese período que tienen que pasar solos y a oscuras resulta cuanto menos inquietante. Por eso, utilizarán cualquier estrategia a su alcance para evitarlo.
Qué hacer: Los especialistas aconsejan estar pendientes del niño de forma especial cuando llega el momento de coger el sueño: acompañarle a la cama, charlar un rato con él en su habitación y estar presentes, con la luz encendida, hasta que concilie el sueño. De esa forma se encontrará más seguro y protegido.


2. Quiere seguir jugando

No desea perder el tiempo en la cama ahora que ha descubierto que tiene un mundo fascinante para disfrutar. Y dormido, eso resulta imposible.
Qué hacer: Las opciones se reducen a dos: hablar e intentar razonar con él. Quizá no le convenzamos, pero hay que explicarle que si no duerme bien, al día siguiente no podrá jugar porque no tendrá fuerzas. Además, los sueños también le sirven para descubrir cosas nuevas


3. Está castigando a los padres

Algunos niños deciden "castigar" de alguna forma a sus padres evitando ir a la cama cuando sufren alteraciones del apego, es decir, del vínculo afectivo que se establece entre la madre o el padre y el pequeño. Si, por ejemplo, mamá vuelve a trabajar tras dos años dedicada en exclusiva a su hijo, este entiende que ahora no la tiene sólo para él.
Qué hacer: Hacerle ver que seguimos pendientes de él. Lo que calma a los niños son las situaciones afectivas normales, por lo que, en lo posible, es bueno que siga siendo la madre quien le acueste si hasta ahora venía siendo así. También ayudará estar con él todo el tiempo que los padres puedan durante el día, de forma que el pequeño perciba que nadie se ha desentendido de él. De cualquier forma, en este tipo de casos la situación suele resolverse pasadas unas semanas, cuando se habitúe a la nueva rutina.


4. Está demasiado consentido

No querer irse a la cama también puede deberse a la ausencia de límites. Un niño al que se le permita hace todo lo que quiere y cuando quiere, no entiende porqué ha de acostarse cuando sus padres lo digan. Esta causa es menos frecuente, pero posible.
Qué hacer: Lo mejor en estos casos es aplicar el sentido común. No hay que tomar medidas drásticas: inculcar unas rutinas estables generalmente soluciona el problema.


Trucos para que el niño se vaya a la cama

  • Procurar que pase tiempo en su habitación. Si está acostumbrado a jugar en el salón y únicamente utiliza su cuarto para dormir, no asociará ese lugar a momentos agradables. Si procuramos que juegue de vez en cuando en su habitación, le será más fácil conciliar el sueño en ella.
  • Calmarle en su cama.Cuando un niño se despierta en mitad de la noche llamando a papá y a mamá, hay que acudir a su lado y calmarle. Pero hay que hacerlo en su propia cama, para acostumbrarlo a dormir en ella.
  • En caso de que vaya a buscar a los padres a su habitación, los pediatras recomiendan cogerle de la mano, llevarlo de nuevo a su cuarto y quedarse un rato con él hasta que concilie de nuevo el sueño.
  • Compartir cama con sus compañeros de juegos. Todo lo que dé seguridad y confianza es bueno. Si duerme mejor con su raqueta de tenis, adelante.
  • El venerado cuento. Repetir siempre la misma acción antes de apagar la luz les relaja. Leerle un cuento o cantarle bajito una canción son los mejores tranquilizantes.

 3. NO COMPARTE LOS JUGUETES.....Los niños no son egoístas por naturaleza. El egoísmo también se aprende. ¿Cómo enseñar a los niños a que hagan lo que muchos de nosotros todavía no lo hemos aprendido? El compartir es una de las habilidades sociales más difíciles de enseñar a los hijos. Requiere tiempo y práctica. Los bebés demuestran habilidades sociales desde el día que nacen. Al escuchar la voz de su madre, al voltear la cabeza para seguirla, los bebés están estableciendo un lazo social con su entorno. Luego, cuando empiezan a jugar con sus iguales, ellos estarán desarrollando habilidades sociales que serán positivas o no dependiendo de las relaciones que tengan con sus padres, familiares, cuidadores y maestros.

¿Qué hacer para lograr que los niños compartan?

Educar a los niños para compartir
Los niños con habilidades sociales positivas tienen una mayor probabilidad de salir adelante en la escuela y también en la vida. Por eso es tan importante enumerar estas habilidades sociales positivas:
- Jugar bien con los demás
- Sentirse a gusto en su ambiente
- Compartir, colaborar y cooperar
- Respetar su turno en las actividades
- Identifica y expresa sus sentimientos
- Se preocupa con los demás
Una de las habilidades más difíciles de enseñar es la de compartir. Aunque puedan aprender a compartir desde muy pequeños, la mayoría de los niños sólo estarán preparados para compartir juguetes y otros materiales a partir de los cuatro o cinco años. Antes de eso puede que no estén listos para compartir.
1- Los grupos de juego y los encuentros para jugar con los amiguitos son formas populares usadas por las familias para que los niños tengan la oportunidad de estar en compañías de otros niños de su misma edad;
2- No se puede obligar a un niño a compartir. El niño tiene que estar preparado. Y para eso debe ser estimulado por sus padres, familias, y educadores. La mejor forma de educar a los niños a que sepan compartir es con el ejemplo. Deje que tu hijo te vea compartir regularmente.
3- La utilización de palabras que estimulen y motiven a los niños a compartir también es importante. Cuando el niño deje que otro niño toque sus juguetes, felicítale diciéndole que él es muy bueno, tiene buen corazón y sabe ser amigo.
4- Aprovecha situaciones en que exijan compartir para enseñar a tu hijo a hacerlo. Por ejemplo: Si tenéis un trocito de tarta en casa, ensénale que deben compartirlo entre todos. Pide a tu hijo que lo haga. Él se sentirá partícipe de tu buena actitud. Si algún otro niño visita a vuestra casa, pide a tu hijo que comparta con el niño su habitación, juguetes, un juego, o libros.
5- Fomenta el juego en grupo con su hijo. Además de compartir él aprenderá también a colaborar, a expresarse, y otras habilidades sociales.
6- No compare a tu hijo con otros niños. No todos los niños se desarrollan al mismo ritmo. Las habilidades sociales duran toda una vida y crecen a medida que nosotros mismos crecemos.
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